Hay asuntos en Granada que van y vienen en bucle a lo largo de los años sin encontrar solución o soslayándola una vez hallada.
Un periódico granadino titula hoy: "La renaturalización del río Genil a su paso por Granada vuelve a escena: IU pide que se limpie y exige al Ayuntamiento su cambio".
El caso de la renaturalización del Genil es emblemático. En varias ocasiones se han aprobado por amplio consenso propuestas viables que incluso contaban con el visto bueno de vecinos, técnicos y grupos ecologistas. Pero años después, sigue pendiente.
Ecologistas en Acción presentó un amplio informe al respecto en septiembre de 2019, donde se fijaba como ejemplo a seguir la recuperación del río Manzanares a su paso por la capital de España, y se acompañaba de una detallada memoria económica. En realidad, se trataba de un viejo proyecto que ya había encontrado el beneplácito de la corporación municipal.
Mas cuando llegó la hora de la verdad, en este caso, la de solicitar subvenciones europeas para llevarlo a cabo, mientras que Ayuntamientos como el de Fuente Vaqueros y el de Loja, ciudades bañadas por este mismo afluente del Guadalquivir, presentaron propuestas que cumplían los criterios de viabilidad económica y sostenibilidad medioambiental; el de Granada, gobernado en minoría por Paco Cuenca (PSOE), se enredó, para sorpresa de incautos, en una propuesta inviable por ser muy cara y por llevar más cemento aún del que ya había a un cauce que había sido convertido en un canal de hormigón sin alma con motivo del Mundial de Esquí de 1996. Era el mes de abril del 2022, y, con ensañamiento, fue bautizado por sus padrinos como “Genil vivo”. El invento ascendía a más de cuatro millones setecientos mil euros, con un coste de mantenimiento anual superior a los cien mil.
Elaborado por la empresa de aguas Emasagra, aspiraba a financiarse con los Fondos Next Generation convocados para la recuperación de cauces fluviales urbanos. Los ecologistas advirtieron entonces que ese proyecto "se pretendía hacer pasar por un intento de renaturalización", pero solo "añadía más cemento" e incluía medidas "sorprendentes", como "sustituir" la vegetación de ribera por "maceteros regados por goteo".
Lo sorprendente es que no hacía falta elaborar un nuevo proyecto, pues el diseñado por Ecologistas de Acción había sido aprobado hasta tres veces en plenos municipales en los años 2002, 2006 y 2018. Y además contaba con el apoyo y asesoramiento del Departamento de Ecología de la Universidad de Granada. Todo esto no fue suficiente para su inmediata puesta en práctica en los primeros años dos mil. El proyecto UGR-Ecologistas estaba presupuestado en 717.548,00 € para la ejecución de las obras, y en 14.555,50 €, para las actuaciones anuales de mantenimiento.
Entre tanto, en junio de 2022, ante la tozudez gubernamental, diez grupos y asociaciones firmaron una Declaración por la renaturalización del Genil. La suscribieron el Ateneo de Granada, Árboles contra el cambio climático, Extinction Rebellion Granada, Juventud por el Clima-Fridays for Future Granada y Ecologistas en Acción, entre otros colectivos ciudadanos.
En el otoño del 2022, la autoridad competente da la razón a los ecologistas, y la pormisgüevista propuesta Emasagra-Ayuntamiento —si el tan sensato como divertido urbanista Erik Harley me presta su disruptiva expresión— resulta rechazada, como cabía esperar. El caso es que se aprobó subvencionar un total de treinta y siete proyectos de regeneración de ecosistemas fluviales en España, seis de ellos en Andalucía. Pero el granadino no estaba entre ellos.
Ahí están hoy el burgalés Arlanzón —cuyas riberas, que conocí hace años encementadas, están hoy libres y arboladas— o el madrileño Manzanares, para goce ciudadano y ejemplo de buena gestión de un río en su travesía urbana; o el mismo Guadalquivir, de frondosas y emboscadas orillas a su paso por Córdoba. Pues lo que ha sido posible en Córdoba, Madrid o Burgos parece no serlo en Granada, aunque la película de Sáenz de Heredia ("Todo es posible en Granada" —1954—, que conoció un casposo remake a cargo de Manolo Escobar en 1982) dijera lo contrario.
Yo creo que el sepultamiento a finales del XIX de otro río granadino, el Darro, bajo la calzada, que tan airadas protestas provocó en Ángel Ganivet y que este manifestó en su Granada la Bella (1896), dejó, tal vez, en la ciudad un trauma paralizante que, por lo visto, la incapacita para una relación saludable con sus ríos: "Yo conozco muchas ciudades atravesadas por ríos grandes y pequeños —escribe el filósofo granadino—: desde el Sena, el Támesis o el Sprée, hasta el humilde y sediento Manzanares; pero no he visto ríos cubiertos como nuestro aurífero Darro, y afirmo que el que concibió la idea del embovedado la concibió de noche, en una noche funesta para nuestra ciudad".
Una visión ganivetiana que el prologuista de la edición que aparece en la imagen denomina "romántica" —para oponerla a "moderna"—, pero que yo calificaría de honesta —para enfrentarla a interesada—.
Años después, la señora Carazo (PP), que gobierna con una cómoda mayoría, no parece ni tan siquiera acordarse de este asunto que, de realizarse, supondría para la ciudad una superficie arbolada superior en hectáreas al parque Federico García Lorca.
Algo semejante sucede con otras medidas de habitabilidad y mejora ambiental, que obtuvieron cauce y solución en otras ciudades, pero que aquí, en el área metropolitana más contaminada de Andalucía*, continúan enfangadas sin remedio: la implantación de la ZBE, que aún sigue pendiente; la disposición de autobuses urbanos y metropolitanos de bajas emisiones, eficaces y a precios asequibles; un servicio público de alquiler de bicicletas; ejecución de carriles-bici eficientes y utilizables; o la recuperación del entorno del ya mencionado Darro, cuyas márgenes en el Sacromonte llevan años ocupadas ilegalmente por fincas particulares y por un colegio privado...
Si no fuera porque la incompetencia de algunos políticos ocasiona trágicas consecuencias en la salud de los ciudadanos, todo esto resultaría cómico.
¡Ay, Granada!, ciudad de causas perdidas que van y vienen sin resolverse jamás.
*Granada y su extrarradio ha vuelto a ser en 2024 el área urbana más contaminada de Andalucía, con las concentraciones más altas en dióxido de nitrógeno y entre los valores más elevados en partículas en suspensión PM10 y ozono troposférico (O3). Así aparece en el último informe de calidad del aire publicado por la Junta de Andalucía. (Diario digital ElIndependientedeGranada, 26/01/2025).